CAPÍTULO TRES
DÍA SIETE
Miguel se despertó a mitad de la
noche, no conseguía pegar ojo. Miró el reloj y eran las 4 de la mañana. Se levanto,
y salió al baño. Una vez terminado pasó por la cocina para tomar un vaso de
agua, ya que tenia la boca seca. Seguramente se habría pasado un buen rato
durmiendo con ella abierta. En la mesa se encontraba Lea con una taza que cogía
con las dos manos.
-
¿Tú tampoco consigues dormir? – dijo Miguel
bostezando. Mientras sacaba un vaso del mueble.
-
Que va. Mañana tengo las pruebas de admisión y
estoy un poco nerviosa por cómo me saldrán.
-
Bueno no te preocupes. Tu intenta hacerlo lo
mejor que puedas. – Le dijo mientras se sentaba a su lado. – estos días te he
ayudado a preparar los ejercicios. Y aquí
no son tan estrictos.
-
Eso espero. Porque si no ya me puedo ir buscando
otra carrera.
Miguel le dio una palmada en la
espalda, se levanto y se fue a la habitación. Se sentó en la cama y cogió el teléfono. En la
pantalla se reflejaba un mensaje de correo electronico. Se quedó mirándolos un
rato, su rostro parecía desconcertante. La dirección de correo electrónico no
le resultaba conocida.
“Hola Miguel. Sé por qué te
fuiste. Y pronto lo sabrá todo el mundo.”
Si antes que costó dormir, ahora
le costaría dormir más. Se tumbó en la cama, se tapo y se quedó mirando al
techo.
A la mañana siguiente Miguel se
levantó con unas ojeras enormes. Es la una de la tarde. María se encontraba en
el sofá haciendo zapping. Se giró y lo miró. Le pregunto por si había dormido
bien. Porque viendo esa cara parecía que le habían atormentado los fantasmas.
-
Si yo te contara. – le dice cansado. - Mejor, se lo enseño.
María se quedo mirando a la
puerta de la habitación de Miguel hasta que salió con el móvil en la mano. Busco
entre los mensajes y le enseño el mensaje de la noche anterior.
-
¿Pero qué? ¿Quién te ha enviado este correo? –
le preguntó.
-
No lo sé, si lo supera… -
-
Igual es alguien que lo sabe y quiere tocarte
las narices.
-
¿Tú crees maría? ¿tú crees? – le contesto de
mala gana.
-
Bueno hombre. Tampoco es que sea un secreto. –
le dijo levantándose y yendo a la cocina – Además, dijeron que eras inocente. No
pueden volver a acusarte.
-
No sé yo, y si… - siena el teléfono de María y
le interrumpe.
-
Diga… Si soy yo… - Dice María al descolgar
mientras coge una taza y se echa café, le hace un gesto a Miguel de si quiere
café. Él se responde que sí. Coge otra taza del mueble y hecha café. – Sí,
claro… Muchas gracias.
María cuelga el teléfono y se
sienta de nuevo en el sofá, le ofrece la taza, coge el azucarero que está en la
mesita y se echa tres cucharadas. Y remueve bien. Miguel no soporta el silencio
que ha aparecido, y le pregunta a María por la llamada.
-
Ah, si, la llamada. Bueno. Eran de la cadena de
televisión.
-
Bueno, ¿y, qué te dijeron? – María sigue a lo suyo
y no dice nada. – venga mujer dilo ya.
Acto seguido suena la puerta y
entra Lea. Un poco apenada. Se sienta en el sofá al lado de María.
-
¿Qué tal las pruebas? – le pregunta María.
-
No muy bien. Bueno a ver. Lo hice bien. Pero es
que los demás eran increíbles. Había uno que en la prueba de texto. Recito el
monologo a la perfección que incluso hizo llorar a uno de los examinadores.
-
¿tan mal lo hizo? – le Dijo Miguel para animarla
un poco.
-
Ojala.
-
Bueno, tú no te preocupes. Que seguro que pasa
las pruebas.
-
Bueno, dejemos el tema de mis pruebas, no quiero
hablar de ellas. ¿Qué tal Vuestra mañana?
-
Yo me desperté hacer relativamente poco. Y a la
Señorita secretos la han llamado de la cadena de televisión y no me quiere
decir que le dijeron.
-
Bueno, y
a qué esperas para contarlo. Venga suéltalo.
-
Vale, vale. A ver. Era el de recursos humanos y
me ha dicho que tienen un puesto para mí. que empezaría en central, y si
trabajo bien y tal. Me pueden ascender a presentadora de campo.
-
Pero bueno, eso es genial. Una buena noticia al
menos. Esto hay que celebrarlo. – grita Lea mientras se levanta.
-
Si, bueno pero lo dejamos para el fin de semana
vale. Que estamos a lunes.
-
Vale, vale.
¿Y cuándo empiezas?
-
Pues me tengo que pasar por las oficinas mañana
y que empezará la semana que viene. Que me tienen que preparar la mesa y hacer
cierto papeleo antes de entrar en plantilla.
-
Bueno eso es genial.- Dice Lea mientras se
dirige a la cocina. Y saca de una de la puerta del mueble unas botellas. – Al menos
para una celebración aquí tenemos.
-
Es casi las dos de la tarde y ¿ya estás pensando
en emborracharse? – Dijo Miguel riéndose.
-
Lea. Bueno hombre. No digo de beberlo ahora. Pero
si de al menos celebrarlo en casa.
-
Bueno. – Dijo María apagando la tele, dejando el
mando en la mesita y levantándose. – Pero primero hay que comer. Y si mis cálculos
son correcto no hemos ido a comprar la comida. Así que tenemos que pedir la
comida.
-
¿Hamburguesas? – Dijo Miguel. – ¿Por favor?
María hizo un gesto de aprobación y cogió el teléfono. Marco
el número de la hamburguesería. Y pidió la comida. En unos 45 minutos picaron
al timbre. Miguel abrió al repartidor y le pago. Cogió la comida y la puso
encima de la mesa. Lea cogió unos platos para no manchar la mesa y los coloco
delante de cada uno. María busco entre las bolsas y repartió la comida.
Mientras comían, se encendió la tele, y se giraron para mirar. No había imagen,
sólo el sonido del canal y la pantalla en
blanco. De repente apareció una frase.
“lo sé todo”.